viernes, 12 de febrero de 2010

Les amants réguliers

Uno de mis libros favoritos es una antología de poesía que en la contraportada tiene una famosa foto de Man Ray y un texto de Lautremont que dice “La poesía debe ser hecha por todos”. El libro en cuestión aparece en un cuento de Bolaño, el personaje principal lo sostiene mientras observa una de las fotos que sale en sus páginas. Es un poeta el que le devuelve la mirada, no sé si Daumal (que está echado, al parecer, sobre una cama) o el poeta que se perdió en el puerto mientras esperaba un barco que lo sacara del infierno de la ocupación. Bolaño, que sabía mucho de poesía y leía a poetas que nadie conoce, decía que “un poeta lo puede soportar todo”. Y si un poeta lo puede soportar todo, ya imagínense 10, 20, ó 50. Por eso los surrealistas, que eran unos revoltosos de la palabra, desataron una revolución que aún reverbera con destellos por aquí y por allá.

Pero la poesía ya no busca cambiar nada. Ha sido desacreditada, calumniada, denostada. Y es que la poesía no sirve para nada, o sirve solo para soñar, porque en la vida real no caben todos los anhelos del mundo, o para entristecer, o para unirnos a un corazón lejano, o para precipitar la mirada hacia los misterios del hombre. Para nada más. Qué futilidad. Pero como yo adoro las ceremonias inútiles, y tengo el ánimo borrascoso, pues me dedico a fraguar poesía, y a leerla, y a paralizarme por la inmensidad de todos esos deseos. Y como soy Julien, poeta surrealista, no dejo que nadie me quite el anhelo inconmensurable de tener siempre mi comuna del corazón ardiente.

Niños bellos como violetas
Bailan como olas
Aceleran sus saltos
Bailan con fuerza y vigor exasperado
Derriban lo hendido y lo virgen
Todo da vueltas rueda se precipita
Las violetas se vuelven rojas (Arp)

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