miércoles, 11 de noviembre de 2009

Des-bautizo o pequeño manifiesto epistolar de una juventud bastarda

Querido Rai,

A mí me gusta ser extranjero, pero con mi tristeza y mi gin tonic. Soy extranjero desde que recuerdo, desde que comencé a nombrar las cosas sin gramática, a ir al colegio con la cara lavada a leer en un abecedario de madera que no entendía. Y lo seguí siendo entre esos jóvenes algo bellos y completamente austeros, con los que caminaba con los ojos húmedos de rabia y garúa matinal. O cuando comencé a leer sobre niños que huían de casa y se iban en carros de fuego por el mundo, o se encerraban en casitas oscuras con ventanas pequeñas que eran como países perfectos, con café, galletitas y mujeres con ojos hipnóticos. Y ni la educación esmerada, ni el uniforme primoroso que vestía, me salvaron de ser un emigrante cada vez que salía de la casa a mirar la vida, cada vez que volvía despeinado y con sueño.

He sido, entonces, extranjero y principiante, comenzando siempre desde el principio, como un niño salvaje al que se le olvida todo. Quiere que le diga algo, no ha sido fácil convivir con esa sensación de extrañamiento, de otredad en cada presencia que se me imponía. Pero luego entendí que en ese intersticio de no-ser habitaba una potencia de ser lo que quisiera. Entendí que los monstruos del umbral son pequeños seres que pueden pasar al otro lado sin ningún aspaviento y siempre con el mismo y translúcido arrebato. Al final de cuentas lo que nos une, porque nuestro lugar no se puede nombrar, es la íntima y atemporal melancolía.

Suyo,

Julien Torma

Le dejo un fragmento de un poema de Alejandra, que es una chica extranjera que sabe muy bien de lo que estoy hablando: “se alejó –me alejé-/no por desprecio (claro es que nuestro orgullo es infernal)/sino porque una es extranjera/una es de otra parte,/ellos se casan/procrean/veranean,/tienen horarios,/no se asustan por la tenebrosa/ambigüedad del lenguaje.”

1 comentario:

  1. Querido Julien,

    en primer lugar mil gracias por dedicarme, de alguna forma, un texto tan bello y tan sincero...

    También decirte que "comprendo" lo que tratas de decir; en este caso, al parecer, este prosista irremediable ha creído desentrañar la semántica de tu lírica -o sólo lo ha creído; nunca lo sabremos-; además de convenir contigo que sí, que aquello que más nos une es esa "íntima melancolía" -que, por cierto nunca he despreciado en una persona, todo lo contrario-; fruto, probablemente, de esta 'frontera' en la que habitamos, de ese 'afuera' indecible y de un trayectoria vital que la hace, por ello mismo, íntima.

    Por cierto, tendremos que idear ese ritual del des-butizo para ser, al fin, y de una vez por todas, ex-comulgados. Ve pensando en cómo llevarlo a cabo.

    Saludos de otro que también se extraña con esta insoportable "ambigüedad del lenguaje".

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